Fue una de las conclusiones que compartió Miguel Nitzsche, luego de una recorrida en la expo «Bicicletas con Historia», muestra que se expuso hasta este 29 de julio en La Llave.
Un hecho cultural que fusionó la promoción del uso de este antiguo -pero vigente- medio de transporte y su valoración como un objeto artístico y estético.
Fueron 17 bicicletas, algunas nacionales, otras de origen inglés, italianas, rusas, originales y réplicas: 15 pertenecen a la colección personal del gestor de esta iniciativa, y 2 son de quienes comparten su pasión. Estuvo presente la «Hispano France», la que Eliazer Retamal usó desde 1962 hasta 1990 para llegar a su trabajo desde el barrio La Cumbre hacia la zona del Llao Llao; y la «Pedersen», modelo danés de fines del siglo XIX que se sigue fabricando y que se mostró una del año ‘ 70, propiedad de Rodolfo Sánchez.
Durante todo el mes de julio estuvieron expuestas en el hall de la Escuela Municipal de Arte La Llave, en el marco del ciclo de arte a cargo de Viviana Dziewa y dentro de las actividades del 31° aniversario de la institución, con el apoyo de Bicicletas por la Vida, institución a la que pertenece Miguel.
La idea de mostrar esta colección fue «compartir el pasado, con recuerdos y anécdotas, pero también nos encontramos con gente que se acercó con material de su familia, como pasó con una señora que trajo el diario de la travesía que hizo su papá por el sur en el año ’38», planteó Nitzsche, y continuó: «También fue mostrar algo distinto, con cosas antiguas que muchos no conocen, inclusive la gente que está relacionada al mundo de la bicicleta; además de algo estético porque son objetos bellos; y por último, promocionar el disfrute de andar en bicicleta como una práctica, desde la salud individual y para el entorno».
Miguel comparte la pasión de la bicicleta con la música. Desde hace años está al frente de la Banda de Vientos de La Llave, y comparó sus ganas de mostrar «sus antigüedades» como «cuando uno estudia, ensaya, y seguro querés tocar en público, con esto es similar: para qué juntar sí uno no lo puede compartir».
«Yo soy el primero de mi familia en tener una bici de carrera, aunque a mi viejo le gustaba mucho y era de usarla», recordó. «Muchos creen que la bicicleta está relacionada con la pobreza. En la Argentina sigue pasando, hasta en algunos países europeos. Con el deporte de montaña se vuelve más ‘fashion’, lo que me parece totalmente positivo.
Pero en una época si andabas en bicicleta eras un pibe, un deportista, un loco o un croto.
Mi viejo era gerente de empresa y nunca dejó de usar la bicicleta. Le gustaba andar.
A los 80 años se armó un triciclo por miedo a la pérdida del equilibrio y andaba por el barrio donde vivía en San Isidro. La disfrutaba día a día», remarcó.
Miguel incursionó en las carreras de pelotones a los 20 años: «Conocí a través de una compañera del conservatorio a Ramón ‘Nene’ Pérez, yo lo llamo mi gurú de la bicicleta.
Él tenía 55 años y yo 22 y éramos los más fuertes. No nos seguía nadie.
Me marcó mucho y también como filosofía de vida, para él la palabra y la acción eran lo mismo», afirmó Nitzsche.
La muestra contó con la puesta estética de Viviana Dziewa. En el hall de acceso se dispusieron diversos espacios como el sector urbano, nacional, de carrera, y algunas bicicletas para que el visitante pudiera interactuar con las máquinas: «Lo más lindo es hacer girar los pedales, y me pareció bueno que esté ese contacto», aclaró el organizador.
La más vieja y la más nueva
De toda la gama de bicicletas expuestas, le solicitamos a Miguel que eligiera dos de ellas: «La más vieja y la más nueva», fue su elección.
«La Humber pertenecía a mi tía, la elijo por esta relación familiar. Se la compraron usada en los años ’30, o sea que tiene casi 100 años. Bicicletas fabricadas desde la prepotencia de un imperio mundial, ¡casi indestructibles!», planteó.
«La segunda, la más nueva, la armé íntegramente con el cambio varilla dorada», dijo este luthier de las bicicletas, «primero porque a nivel artesanal puse todo para lograr la perfección; y porque mi sueño es participar de una competencia que hacen los italianos, un paseo cicloturístico, que se llama La Heroica.
Son recorridos por ruta, a veces de ripio otras de asfalto, con bicicletas históricas, del año ’80 para atrás, algunas muy viejas, vestidos de época. Me encantaría participar con mi bicicleta».
También planteó que muchos apasionados llegan de todos los puntos del mundo, y encuentran en el recorrido de la carretera Austral y la zona de los Siete Lagos, un atractivo inigualable: «Es reconocida por ciclistas del mundo, y Bariloche es potencialmente un nudo de la actividad cicloturística».
Miguel Nitzsche ya piensa en la próxima muestra, donde nuevamente renovará las muchas anécdotas que guarda su colección «Bicicletas con historia».